En años recientes, se ha vuelto más conocida e incluso se ha puesto de moda entre quienes desean preservar sus años de vida y mantenerse lo más saludable posible. Por ello cada vez cobra mayor relevancia en la vida de millones de personas alrededor del mundo.
Quienes creen que su finalidad está en mantener el cuerpo fuerte y esbelto, deben saber que la idea de considerarla como una serie de enseñanzas físicas que únicamente abarca ejercicios y torsiones no es exacta, pues ignoran que también existe una búsqueda espiritual en conjunción con el universo.
Sin embargo, quien consigue ser consistente día a día en el camino de su aprendizaje y sigue con rigor las posturas, en la mayoría de los casos, adquiere un cuerpo sumamente bello, sano y protegido contra múltiples enfermedades.
Los cambios que se pueden observar a través de su práctica continua, son el resultado concreto de la fusión de ejercicios, de la respiración profunda y de la alimentación correcta, así como de los buenos hábitos adquiridos durante dicho proceso.
La palabra Yoga significa unión con Dios y la práctica de sus principios logra la verdadera superación del ser humano. Gracias a esta disciplina es posible evolucionar a un estado superior de conciencia que se traduce en un magnífico despertar espiritual.
En lo que respecta a la concentración mental, los resultados son inmejorables, pues exigen en el practicante la capacidad de abstracción y el dominio de sí mismo, lo cual, evidentemente, se consigue a través de la experiencia.
Practicar Yoga ayuda a desarrollar notablemente el autocontrol; además, favorece la relajación de las tensiones en todo el cuerpo, aclara la mente, la pone en equilibrio y se obtiene una paz interior, necesaria ante el ritmo frenético de la vida actual.
La Yoga también es una suma de valores éticos y filosóficos contenidos en innumerables libros especializados, cuya esencia es la superación espiritual que sólo es posible lograr por medio del AMOR en todas sus acepciones; aquellos que no aman la vida intensamente no pueden amarse a sí mismos y mucho menos actuar en consecuencia.
No se puede entrar en armonía con el infinito mientras el vehículo físico padezca diversos males, contenga sustancia tóxicas o persista en malos hábitos que le impidan descubrir la iluminación del espíritu. Un cuerpo carente de salud y vitalidad es como un trozo de cristal opaco que no permite la filtración de la luz.
Por tanto, esta vía de conocimiento integral abarca todas las actividades y aspectos de la existencia, hasta acercarnos al objetivo más importante de todos: la unión con lo divino en nosotros mismos.
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