jueves, 1 de julio de 2010
ALGUNAS POSTURAS DE YOGA
miércoles, 24 de marzo de 2010
ASÍ FUNCIONA LA CAMA CERAGEM
martes, 23 de febrero de 2010
¿QUÉ ES CERAGEM?
- Efecto de quiropráctica (masaje a espina dorsal)
- Efecto de medicina oriental (acupuntura, acupresión, termopuntura)
- Calor terapéutico
- Piedra de Jade
- Rayo infrarrojo lejano
- La espinal dorsal, la raíz del cuerpo humano, debe estar recta y sin presiones.
- El flujo del “Qui” debe ser tranquilo y equilibrado en todo nuestro cuerpo.
- La sangre debe circular libremente y sin toxinas o impurezas.
Así es como el hígado, corazón o cualquier otro órgano que es parte de un sistema orgánico mayor, se fortalece y puede llegar a prevenir sus padeciemientos con la ayuda de la cama Ceragem, cuyos resultados en la práctica la avalan. De ahí que la gente que ya goza de sus beneficios la recomiende de voz en voz entre sus conocidos y familiares cercanos.
lunes, 2 de noviembre de 2009
UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA
domingo, 6 de septiembre de 2009
OLVÍDATE DEL ESTRÉS
Todas las personas reaccionan a él de distintas formas. Muchas intentan ignorarlo comiendo más de la cuenta o abusando de las drogas. Algunas otras se comportan malhumoradas y se desquitan con los que están a su alrededor, pero quienes padecen alguna enfermedad crónica, incluso llegan a notar que sus síntomas aumentan cuando tienen una sobrecarga de estrés.
jueves, 6 de agosto de 2009
APRENDER A EQUIVOCARSE
Una de las virtudes-defectos más cuestionables: el perfeccionismo. Virtud, porque evidentemente, lo es el tender a hacer todas las cosas perfectas.
Y es un defecto porque no suele contar con la realidad: que lo perfecto no existe en este mundo, que los fracasos son parte de toda la vida, que todo el que se mueve se equivoca alguna vez.
He conocido en mi vida muchos perfeccionistas. Son, desde luego, gente estupenda. Creen en el trabajo bien hecho, se entregan apasionadamente a hacer bien las cosas e incluso llegan a hacer magníficamente la mayor parte de las tareas que emprenden.
Pero son también gente un poco neurótica. Viven tensos. Se vuelven cruelmente exigentes con quienes no son como ellos. Y sufren espectacularmente cuando llega la realidad con la rebaja y ven que muchas de sus obras -a pesar de todo su interés- se quedan a mitad de camino.
Por eso me parece que una de las primeras cosas que deberían enseñarnos de niños es a equivocarnos. El error, el fallo, es parte inevitable de la condición humana. Hagamos lo que hagamos habrá siempre un coeficiente de error en nuestras obras. No se puede ser sublime a todas horas. El genio más genial pone un borrón y hasta el buen Homero dormita de vez en cuando.
Así es como, según decía Maxwel Brand, "Todo niño debería crecer con la convicción de que no es una tragedia ni una catástrofe cometer un error". Por eso, en las personas, siempre me ha interesado más el saber cómo se reponen de los fallos que el número de fallos que cometen. Ya que el arte más difícil no es el de no caerse nunca, sino el de saber levantarse y seguir el camino emprendido.
Temo por eso la educación perfeccionista. Los niños educados para arcángeles se pegan luego unos topetazos que les dejan hundidos por largo tiempo. Y un no pequeño porcentaje de amargados de este mundo surge del clan de los educados para la perfección.
Los pedagogos dicen que por eso es preferible permitir a un niño que rompa alguna vez un plato y enseñarle luego a recoger los pedazos, porque "es mejor un plato roto que un niño roto".
Es cierto. No existen hombres que nunca hayan roto un plato. No ha nacido el genio que nunca fracase en algo. Lo que sí existe es gente que sabe sacar fuerzas de sus errores y otra gente que de sus errores sólo saca amargura y pesimismo. Y sería estupendo educar a los jóvenes en la idea de que no hay una vida sin problemas, pero lo que hay en todo hombre es capacidad para superarlos.
No vale realmente la pena llorar por un plato roto. Se compra otro y ya está. Lo grave es cuando por un afán de perfección imposible se rompe un corazón. Porque de esto no hay repuesto en los mercados.
José Luis Martín Descalzo, "Aprender a equivocarse".